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Armas

Las armas salvan vidas

El desarme civil atenta contra la libertad de elegir defender la vida

Autor: Rubio Gustavo S.

Fecha publicación: 25/06/2021

La noticia es la típica: “Un adolescente de 15 años murió baleado por un vecino del barrio de La Loma, de la ciudad de La Plata, cuando, junto a un cómplice, intentaron ingresar a robar a una casa” Dejando de lado la semántica de la falta de uso del verbo “abatir” para describir el resultado de estos enfrentamientos y la constancia de resaltar la edad del delincuente armado como si las muertes provocadas por esas personas fueran diferentes a las provocadas por mayores de edad, podemos resaltar el detalle que el motochorro armado amenazó a dos chicos de 7 y 9 años que jugaban en la calle y tomó de rehén a uno de ellos, para intentar entrar a robar a la casa del vecino. Otro detalle es que quien se defendió es legítimo usuario, según informaron las fuentes policiales. El tercero es que, en un giro inesperado de la Justicia argentina, quien se defendió se encontró con que la titular de la causa aplicó el Código Penal ignorando los cantos de sirenas zaffaronianos y caratuló el hecho como lo que es: Legítima Defensa.

Según quedó registrado en las cámaras de seguridad de la zona, uno de los asaltantes, capturó al niño, mientras que la nena escapó. Luego, derribó a patadas la puerta de la casa donde se hallaba el padre de los menores, un peluquero de 42 años y el dueño del lugar, su amigo enfermero, con el que conversaba. Al ver a los delincuentes dentro del domicilio y después que ellos abrieran fuego, el peluquero extrajo un pistola calibre 6, 35 (o .25 ACP) repeliendo el ataque. El ladrón violento de 15 años, que huyó de la escena herido con su cómplice en una moto cayó sobre el asfalto a unas 10 cuadras y quedó muerto en el lugar, donde fue hallado por la policía. El segundo de los asaltantes, haciendo gala de una solidaridad impresionante, siguió su camino, para luego comunicarse con los familiares del chico que llegaron al lugar minutos más tarde.

En los últimos años de abolicionismo legal, comunicacional y social, el concepto de defensa ha quedado bastante distorsionado y esto se vio en casos similares al de este peluquero en donde las víctimas que pueden defenderse con un arma de fuego son inculpadas hasta del aumento de la violencia narco en Santa Fe.

Esa doctrina abolicionista, a la cual la podemos resumir en algo así como “no es culpa del criminal, sino de la sociedad”, en donde las víctimas son las culpables de tener bienes, llevó a que la tergiversación de conceptos tomara un papel relevante en la psiquis colectiva. De pronto una mujer golpeada de 50kg que disparaba en contra de su pareja de 120kg que la quería ahorcar era mal vista o cuestionada cuanto menos. Era preferible un papelito judicial en el cual le decía a la basura humana “no podes acercarte por malo” a que una víctima tomara una defensa activa usando un arma legal.

A una persona que defendiera a tiros a su familia de un grupo armado que había invadido la tranquilidad de su hogar, lo primero que se le preguntaba era por qué tenía un arma en la casa como si el defensor fuese el culpable de lo sucedido. Sumémosle las citas al “gran boga Zaffaroni” que afirmaba que si te afanaban el auto estaba bien porque lo habías dejado en la vía pública o que si alguien violaba a una chica con la luz apagada era abuso deshonesto solamente porque no se obtenía placer visual, nos encontramos con ese tipo de aberraciones de jueces subidos al carro del tobilleras para todos, hicieran que el concepto de propiedad privada y su defensa, garantizado por la Constitución, se viera torpedeado seriamente. Si bien el abolicionismo es antinatural, el común de la gente comenzó a resignarse a que los que manejaban la ley la interpretaran “a piacere” y en general a favor de quienes cometían los atropellos.

Quizás el punto de inflexión más claro se vio con lo que pasó con este motochorro en La Plata. Dejando bien en claro que la situación sucedió es de Legítima Defensa sin ninguna duda, surgió nuevamente el debate azuzado por los desarmistas de turno: ¿es correcto que una persona pueda usar un arma de fuego para defenderse?

Pues sí y sin entrar en tecnicismos legales, no es la intención de esta columna, se sabe que uno tiene derecho a proteger su vida, las vidas de terceros y hasta de sus bienes en caso de una agresión ilegítima, pudiendo evitarla o repelerla, de la forma en que la persona lo considere necesario, asumiendo las responsabilidades de su decisión. Por años se ha instaurado que es preferible que te roben el fruto de tu esfuerzo y el de tu familia a que te defiendas y protejas lo tuyo. Si lo haces está mal visto y condenado por una sociedad que repite el mantra desarmista “las armas de fuego son la culpa de todo lo malo” sin pensar dos segundos que las personas son las que hacen que las cosas sucedan.

Debemos resaltar, contrario al abolicionismo, que quien pone su propia vida en riesgo y arriesga la de los demás en primer lugar, es quien quebranta la ley buscando hacerse de la propiedad ajena. Defender lo propio no tendría por qué estar mal visto ni ser moralmente inferior. Frente a este dilema debemos preguntarnos qué se esconde detrás del desarme civil, la doctrina legal abolicionista y la estigmatización de la defensa de los frutos del trabajo en una sociedad que se encuentra a merced del más fuerte. Y la realidad nos muestra día a día que pasa con las personas indefensas.

El desarme civil mata porque no se aplica a los delincuentes. Ellos se defecan en las leyes. Está claro.

El desarme civil es un negocio millonario para tipos con custodia: desde ONGs turbias que rapiñan guita por arma destruida pero no se hacen cargo por las vidas perdidas a causa de sus mentiras hasta políticos que buscan rédito de urnas impunemente y kioscos estatales que viven de cursos y propaganda.

El desarme civil es humo para la tribuna. Se basa un discurso vacío y mentiroso, políticamente correcto, cortando libertades y derechos de personas honestas y esconde la inoperancia en materia de educación y seguridad.

El desarme civil sirve para controlar a la sociedad, haciéndola culpable tanto de los criminales como de aquellos que osan defender su vida. En una sociedad con la cabeza lavada por el neomarxismo, estupidizada por el qué dirán, con el dedo acusador listo para señalar lo que está fuera del grupo (por más que sea verdadero) cualquiera que no desee ser una víctima indefensa está mal visto. ¿Por qué? ¿Por qué no se puede elegir defender la vida como a uno le parezca, de manera responsable y asumiendo el compromiso de las posibles consecuencias?

Si se aumenta el costo de delinquir, bajaría la oferta de delitos. Hoy en día el costo es muy bajo: casi no hay prisión (abolicionismo judicial y social) y el peligro de perder la vida por un auto es casi nulo (el desarme civil solo se aplica a los ciudadanos honestos). Matemática pura y dura. Simple. Por eso el agresor no duda en amenazar a un chico de 9 años para entrar a robar.

Los políticos deben ver que el costo de llenar las calles con Policía, cámaras y demás cuestiones amigas del facilismo mental, es muy alto. Literalmente porque hay que pagarlo. Y por más que eso se haga, siempre llegaran tarde.

No se dan cuenta que la primera línea de defensa es el individuo. Las cárceles tienen la densidad más alta de “Policía” por población, están monitoreadas y tienen rejas y horarios. Eso no evita violaciones, golpizas ni facazos mortales. Todo ese aparato para brindar “seguridad” cuesta dinero de impuestos. Hay que mantenerlo, entrenar gente, etc.

Un legítimo usuario le cuesta 0 pesos al Estado. Es más, hasta aporta más que un conductor que saca un carnet. Y ni nos pongamos a analizar la idoneidad en promedio y contrastarla con las fuerzas del estado porque más de uno no saldría más de su casa. Más aún, no todos los legítimos usuarios elegirían salir armados, no toda la gente elegiría armarse, pero eso serviría para disuadir a los delincuentes. Está probado. En los estados del sur de EEUU solo una de cada cuatro personas que tienen armas, eligen portarlas, pero eso hace que el crimen siempre está bajo.

Es el momento de confiar más en la gente común. ¿Por qué sacarle la libertad de elegir cómo defenderse en esa primera línea? La seguridad no es justificativo. Lo del peluquero que se defendió y defendió a terceros lo deja en claro.

No todos tendrán un arma, pero el estado no le puede quitar el derecho a elegir. Al fin y al cabo, podemos elegir presidentes y legisladores, bien podemos elegir qué hacer con nuestra propia seguridad.

Lo único claro hasta el momento es que si el peluquero no hubiese defendido su vida y la de los chicos, muchos seguirían haciendo la plancha.

Esto reveló que el desarme civil no sirve. El desarme civil mata y esto quedó probado por el accionar del motochorro armado que no dudó en tomar de rehén a un niño indefenso. Por otro lado gracias al accionar de un legítimo usuario se evitó que personas inocentes resultaran heridas.

Las cuentas están claras y las excusas sobran. Es hora de que las políticas de desarme se dejen de lado de una vez por todas. Nadie tiene derecho a despojar al otro de sus bienes de manera ilegal, atentar contra su integridad o vida y si lo hiciera, deberá asumir las consecuencias de sus actos.

Rubio Gustavo S.

Legítimo Usuario
Profesor de Inglés
Columnista sobre Armas y relacionados en Decilo Fuerte
Miembro ALUTARA
Email: saidrubio76@hotmail.com
Twitter: @GustavoSRubio