Armas
Autor: Vanzetti Oscar Enrique
Fecha publicación: 25/10/2016
DEDICATORIA: Humildemente, al querido amigo Prof. Dr. Osvaldo H. RAFFO quién acicateó mi interés para escribir sobre este tema.
Pero para el comienzo de la Guerra Civil Norteamericana en 1861, también conocida como Guerra de Secesión, los cohetes militares habían desaparecido de los campos de combate.
El cohete había perdido importancia debido a la precisión mortal de la artillería convencional, haciéndolo más notablemente con armas de cañones estriados y de retrocarga.
Sin embargo, ambos bandos recordaban en la mencionada Guerra Civil, lo bien que los cohetes habían servido a las fuerzas armadas estadounidenses durante la guerra con México dos décadas antes. (1)
Congreve, entretanto, prosiguió mejorando los cohetes y en 1817 disponía de proyectiles de 5, 12, 18, 32 y 45 libras de peso, del tipo incendiario, explosivo y de los llamados "shrapnel". Según consta en los libros y escritos del militar inglés, éste estaba convencido de que los cohetes iban a reemplazar a la artillería.
Los "shrapnel" (del inglés shrapnel, esquirla) son municiones de artillería tanto antipersonal como antimaterial, que transportan una gran cantidad de balas cerca de su blanco, para luego ser eyectadas sobre el mismo a fin de que continúen la trayectoria del proyectil e impacten el blanco individualmente. Su nombre proviene del mayor general Henry Shrapnel (1761-1842), un oficial de artillería inglés cuyos primeros experimentos condujeron al diseño y desarrollo de un nuevo tipo de obús. No fue sino hasta 1803 que la artillería británica adoptó el shrapnel (como "metralla esférica"). El primer empleo registrado del sharpnel por los británicos fue en 1804, contra los holandeses del Fuerte Nuevo Ámsterdam, en Surinam. Los ejércitos del Duque de Wellington los emplearon a partir de 1808 en la Guerra de la Independencia Española y en la Batalla de Waterloo. Posteriormente sufrió varias modificaciones, incluyéndoles mejoras tecnológicas que optimizaron su efectividad. (15)
Siguiendo con Congreve, sucede que después de publicar varios libros sobre su experiencia con cohetes se le concede el rango de "Sir" (Caballero) en 1822, pero debió abandonar su patria debido a una supuesta malversación de fondos en una organización por él presidida, dedicada a la instalación del alumbrado público a gas en Inglaterra. Murió en Toulouse, Francia, el 15 de mayode1828.
En esos días realmente todo parecía indicar que los pesados cañones iban a ser desplazados, tarde o temprano, por los cohetes.
Después de Inglaterra, Dinamarca, Austria y Prusia, otras naciones comenzaron a ensayar, producir y aplicar los cohetes a la Congreve, entre ellas Egipto, Francia, Italia, los Países Bajos, Polonia, Rusia, Cerdeña, España y Suecia, además de Grecia y los Estados Unidos, donde sin embargo, se impuso desde el comienzo el cohete tipo Hale sin cola (estabilizado por los mismos gases).
Tres batallas importantes en 1813 son testigo del efecto a veces devastador, otras veces decepcionante de los cohetes: 1°) en el sitio de la guarnición francesa en Danzig, ocupada por franceses y polacos, que es sitiada durante once meses por rusos y alemanes, quienes reciben cohetes de sus aliados ingleses y bombardean la ciudad hasta que ésta se rinde el 30 de noviembre; 2°) el 16 de septiembre de ese mismo año los aliados triunfan en Göhrde, Sajonia, sobre las tropas napoleónicas usando también cohetes; y 3°) entre los días 16 y 19 de octubre Napoleón sufre una decisiva derrota cerca de Leipzig (Alemania) que fue el mayor enfrentamiento armado de todas las guerras napoleónicas y la batalla más importante perdida por éste, que significa el comienzo de su decadencia. (3)
Estos cohetes de Congreve también fueron utilizados en Sudamérica. Según algunos autores estos cohetes fueron usados por primera vez por Lord Cochrane (uno de los primeros militares en utilizar este tipo de armamento) en 1819, durante el ataque a la flota española fondeada en el puerto de El Callao (Perú). Algunos autores dicen que Cochrane probablemente solo tenía cohetes incendiarios. Aquí el efecto de los cohetes fue nulo ya que, según Cochrane, los cohetes armados en Chile bajo la dirección de un tal señor Goldsack, que había trabajado junto a Congreve, se debía a que el gobierno Chileno "no haberle suministrado los obreros y materiales convenientes". (3)
Chile también había contratado los servicios de Lord Cochrane en 1818 pensando quizás en que este militar inglés pudiese utilizar, de ser necesario, los mencionados proyectiles autopropulsados en caso de entrar en guerra con otros países.
"El más remoto uso de cohetes por parte de la Argentina data del 22 de mayo de 1821, siendo empleados para fines militares cuando en Mirabé (sur de Perú), las tropas libertadoras de José de San Martín usaron tubos lanzadores Congreve para atacar al enemigo. También se usaron cohetes durante la Guerra del Brasil en 1827, donde las tropas encabezadas por el almirante Guillermo Brown dispararon cohetes desde la isla Martín García".(4)
Se dice que en 1826 la armada argentina tuvo el buque San Martín equipado con lanzacohetes, navío que estaba bajo las órdenes del almirante Guillermo Brown. Lo cierto es que con bastante posterioridad la marina de guerra argentina realmente usó, y con éxito, cohetes a la Congreve en una operación bélica llevada a cabo el 9 de diciembre de 1841, en pleno Río de la Plata, entre siete barcos argentinos y cuatro uruguayos. (3)
"En 1846 Juan Manuel de Rosas había decretado y ordenado el bloqueo del río Paraná, medida que motivó la intervención de las fuerzas navales combinadas de Francia e Inglaterra. El 20 de noviembre de 1845 seis buques de guerra ingleses y cinco franceses fuerzan el paso de Obligado, navegando río arriba hacia Corrientes. Después de siete horas de combate y utilizando sus más de 100 modernas piezas de artillería contra los 21 anticuados cañones criollos bajo el mando del general Lucio N. Mansilla, los anglo-franceses consiguieron cortar la cadena y abrirse paso para llegar a Corrientes". (3)
"El teniente Mackinnon de la corbeta inglesa Alecto describió en un libro con gran detalle y mucha objetividad los combates en el río Paraná, en cuyo transcurso se usaron cohetes en varias oportunidades. Cuenta este oficial que el uso de los cohetes produjo a bordo gran asombro porque había una sola persona, el artillero Mr. Hamm, que había visto tirar con ellos y sabía lo que eran, y que estos fueron mal disparados y resultaron de poca utilidad. Dice además en su escrito: "el ruido extraordinario y el fragor tremendo con que eran arrojados y el humo que producían estos proyectiles, llamó la atención de todos a bordo". (3)
"Es notable la precisión con que Mackinnon describe los detalles del disparo de los cohetes. Por otro lado es obvia la exageración de los resultados. Dice sobre ellos "era curioso observar a los cohetes: el viento los desviaba y hacían un movimiento extraño. Al salir de los caños mantenían la dirección conveniente por distancia de unas 300 ó 400 yardas (270 a 420 metros) (NdelA: en realidad sería entre 270 y 366 metros) y luego tomaban de golpe una dirección semicircular, haciendo todos una figura parecida a una hoz, para caer después en línea recta como una estrella fugaz y estallar en el suelo. Es difícil explicar este raro movimiento, salvo que el fuerte viento que entonces soplaba formara remolinos de aire y éstos vinieran de las barrancas". (3)
FIGURA N° 21: Guerra del Paraná. San Lorenzo (16 de enero de 1846)
"Lentamente el inmenso convoy, compuesto en total por 107 barcos (95 unidades entre veleros y buques de vapor, además de 12 buques de guerra), comenzó a descender por el río en el mes de mayo. Se sabía que la defensa costera estaba dispuesta a impedir el paso y que para ello se había elegido el paraje denominado El Quebracho, por las ventajas que ofrecían las altas barrancas a los artilleros criollos. El teniente Mackinnon tenía el propósito de emplazar una batería de cohetes en un islote frente a las mismas fortificaciones de Mansilla, de manera de tomar desprevenidos a los defensores. En la noche anterior al 4 de junio de 1846 Mackinnon, junto con Mr. Hamm y varios marinos, cargaron un conjunto de cohetes en un bote y, protegidos por la oscuridad, se acercaron a la isla. Lentamente fueron descargados los cohetes para llevarlos al lugar donde se los iba a emplazar, apuntando en dirección a la costa del lado opuesto.
Según relata Mackinnon en su libro, había dos secciones: la primera estuvo a cargo del teniente Barnard y se componía de tres baterías de cohetes a la Congreve "de a 24" (libras), con cuatro a cinco hombres por unidad. La segunda división de coheteros estuvo a cargo de Mr. Hamm, contando con tres caños de cohetes de 12 libras, con dos hombres por cada pieza.
El relato de este hecho de armas demuestra, precisamente, la fundamental ventaja de los cohetes sobre la artillería de esos días. Para atacar al enemigo sólo hacía falta llevar a un lugar próximo al objetivo los cohetes y los lanzacohetes. Estos, a su vez, eran simples caños de guía, e inclusive a veces estaban hechos de madera y ejecutados en forma sumamente primitiva y elemental. Es dable aceptar que un hombre no sólo era capaz de llevar un lanza cohetes, sino, a la vez, por lo menos un cohete grande o dos chicos.
No cabe duda que, en un primer momento, esta actitud debe haber tomado por sorpresa a los hombres de Mansilla, porque mientras estaban atentos a las maniobras del convoy vieron que eran atacados por donde menos era de esperar. Pero con igual fundamento cabe suponer que los cohetes de Mackinnon fueron eso y nada más: una sorpresa desagradable, sin efecto práctico ulterior. El paso del convoy duró, según las crónicas de la época, más de dos horas, y en el transcurso del combate se perdieron siete veleros. Por otra parte, la acción de El Quebracho puso punto final a la navegación aliada por el ríoParaná".(3)
Es importante tener en cuenta que este combate se produjo exactamente 600 años después de que los ingleses usaran por primera vez pólvora negra para sus cañones, hecho ocurrido durante la guerra de los 100 años, en la batalla entre ingleses y franceses, cerca de Crécy-en-Ponthieu, en 1346.
El hecho de armas de Quebracho en 1846 fue sólo un capítulo en la historia mundial de la cohetería.
En la batalla de Caseros, ocurrida el 3 de febrero de 1852, también se emplearon cohetes. Las fuerzas de Rosas, que constituían el ejército de la Confederación Argentina, disponían de cohetes a la Congreve, lo mismo que en el bando opuesto los brasileños (que junto con Uruguay y las provincias de Entre Ríos y Corrientes formaban el llamado Ejército Grande). Así se desprende de la formación del contingente brasileño del brigadier Marqués de Souza, que además de un regimiento de artillería de 200 hombres integrantes del primer regimiento de artillería volante a las órdenes del mayor González Fontes, disponía también de una batería de cohetes a la Congreve con 160 hombres, comandados por el mismo jefe.
Sin embargo, se siguieron usando cohetes en repetidas oportunidades.
En la guerra de la Triple Alianza llevada a cabo entre1865 y 1870 (Argentina, Brasil y Uruguay) contra el Paraguay, también se utilizaron estos proyectiles autopropulsados. El 12 de agosto de 1865 doce buques brasileños y el barco argentino Guardia Nacional trataron de forzar el paso frente a las fortificaciones paraguayas en el Paso de las Cuevas. Una por una las naves pasaron frente a la fuerte plaza, cuyos cañones y cohetes tiraron sin cesar, causando a bordo de las embarcaciones varios muertos y heridos.
"La acción bélica más dramática de esa guerra fue el asalto de Curupaytí (o Curupayty) por parte de los argentinos y brasileños. El 22 de setiembre de 1866 tres buques brasileños ("Bahía", "Lima Barros" y "Brazil") a las órdenes del almirante vizconde de Tamandaré, se aproximaron a las fortificaciones paraguayas para quebrar su resistencia con un intenso bombardeo de sus cañones y cohetes. El fuego se inició ese día a las siete de la mañana, terminando alrededor del mediodía, pero sin resultados apreciables a causa de la configuración del terreno, que impedía a los artilleros efectuar un tiro observado".(3)
FIGURA N° 22: Pintura con el lanzamiento de un cohete en Europa.
Los cohetes para fines militares se usaron también en otros países con éxito variable.
En España se adoptaron a mediados del siglo XIX, habiéndose probado en Segovia en 1821. Se emplearon también en las Guerras Civiles Carlistas y en la Campaña de Marruecos de 1859, durante la cual se organizó una batería de cohetes que fue de gran efecto, sobre todo contra la caballería mora, más por el silbido estridente del cohete que asustaba a los caballos que por el efecto explosivo. (16)
Austria usó proyectiles autopropulsados tipo Hale contra los húngaros en 1848, y contra Italia en 1849. Otros países, Francia entre ellos, también siguieron perfeccionando el arma, pero los esfuerzos estaban condenados al fracaso ya que el cañón estriado estaba llamado a desplazar a plazo fijo al cohete, tal como opinaban muchos militares de esa época como por ejemplo el general de artillería Giovanni Cavalli, distinguido militar piamontés, que desde hacía tiempo trataba de lograr sembrar la idea de estabilizar las balas de cañón mediante un movimiento de rotación sobre su eje longitudinal.
Corresponde aclarar, sin embargo, que esta evolución de la artillería forzosamente era un proceso relativamente lento, y que como consecuencia de ello la gran mayoría de los países beligerantes seguían usando cañones primitivos. Esto, a su vez, hizo que el cohete estuviese en uso por algún tiempo más.
En 1854 se desató la guerra de Crimea donde volvieron a usarse cohetes, y con mucho mayor éxito aún cañones estriados. Estas piezas rayadas fueron las que, en definitiva, condujeron a la caída de Sebastopol, sito en la península homónima en el mar Negro, el 10 de setiembre de 1855. Por primera vez en medio siglo los cohetes habían sido relegados a segundo plano. Comenzaba el reinado de la artillería.
FIGURA N° 23: Procedimiento de disparo de un cohete a la Congreve.
Durante los años siguientes se sucedieron más acciones militares y en repetidas ocasiones se utilizaron cohetes, aunque, dicen, sin resultados apreciables. El reinado de los cohetes, en lo que a esta época se refiere, tocaba a su fin.
En 1866 Austria disolvió su cuerpo de coheteros creado en 1812. Prusia hizo lo propio en 1872 y otras naciones imitaron el ejemplo. El cañón a retrocarga y de ánima estriada se había impuesto definitivamente.
La artillería seguía, por supuesto, siendo un arma mucho más incómoda que los cohetes. ¿Pero qué podía importar esta circunstancia si el rayado de los caños permitía aumentar el alcance de los proyectiles en forma casi ilimitada, sin que por ello se viera perjudicada la puntería? Tanto los cañones como los cohetes usados hasta 1850 ó 1860, aproximadamente, debieron ser emplazados prácticamente bajo las narices del enemigo para producir efecto. Tres mil metros se consideraba una distancia apreciable, mientras que con los pesados cañones desarrollados con posterioridad a esa fecha se obtuvieron, en rápida sucesión, trayectorias netas de cinco, diez y más kilómetros. (3)
Cien años más tarde el cohete fue redescubierto en su papel de arma de combate de primer orden durante la segunda guerra mundial, dando lugar a numerosas versiones que fueron desde la bazuca contracarro norteamericana hasta los cohetes rusos llamados Katiuska, conocidos igualmente como los "órganos de Stalin", que se podían disparar de a uno o en salvas desde rampas móviles. También aparece en escena la llamada bomba volante alemana o V-1, cuyo primer ejemplar fuera lanzado sobre Londres el 13 de junio de 1944 y desarrollaba una velocidad aproximada de 600 km/h. A este le sigue el misil denominado V-2, que era un verdadero cohete supersónico ya que desarrollaba una velocidad cercana a los 5.400 km/h y que se abate por vez primera sobre suelo británico en septiembre de 1944. (17)
También podemos, durante la II guerra mundial, encontrar cohetes en los barcos misilísticos de apoyo, que eran capaces de disparar mil cohetes en una sola salva y que allanaron el camino de los desembarcos anfibios en el Pacífico y en las playas de Normandía. (6)
Con permiso del lector, y aprovechando el tema, voy a agregar algunos párrafos sobre el desarrollo de proyectiles autopropulsados en nuestro País.
"La cohetería argentina se desarrolló desde comienzos de la década de 1960 hasta principios de los ?90 ligada al ámbito militar. Dependía de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CNIE) de la Fuerza Aérea. Operaba el Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados de Chamical (C.E.L.P.A), sito en la periferia de la ciudad homónima en la Provincia de La Rioja. Durante 30 años este enclave, que con anterioridad se denominara Centro de Tiro y Bombardeo, fue una especie de Cabo Cañaveral Argentino, en pequeña escala.
Chamical era una base de lanzamiento y control de misiones pero el diseño, desarrollo y ensayo en tierra de aquellos cohetes se hacía en Córdoba, en el Instituto Aerotécnico asociado a la Fábrica Militar de Aviones.
Desde Chamical se lanzaron en un lapso de 30 años unos 70 cohetes de diseño y fabricación nacional.
Durante el apogeo del CELPA se lanzaron además unos 40 cohetes norteamericanos y franceses en programas de investigación conjuntos.
Todos esos vuelos permitieron desarrollar y testear soluciones propias en un tema tan estratégico como la tecnología espacial, pero asimismo sirvieron para realizar mediciones científicas de la temperatura, presión, velocidad y dirección del viento e insolación a diferentes alturas. Se trataba de desarrollos claramente orientados hacia el espacio exterior.
Luego se comenzó a trabajar en el cohete Cóndor I/Alacrán, de mayor envergadura y luego en el Cóndor II. Este último proyecto marcó un cambio drástico en esta historia, ya que se orientaba lisa y llanamente a desarrollar un misil bélico con capacidad para transportar cargas explosivas, eventualmente nucleares". (4)
Personalmente pude presenciar el lanzamiento de varios misiles autopropulsados ya que presté servicio, durante 17 años, como jefe del Servicio de Sanidad de la supramencionada unidad militar de la Fuerza Aérea Argentina. Siempre era un suceso atractivo y emocionante que, además, añadía orgullo al evento, ya que el despegue de un cohete significaba la exitosa concreción de un proyecto nacional que colocaba a nuestro País a la cabeza de la investigación aero-espacial en América del Sur.
FIGURA N° 24: Lanzamiento del Cohete Orion II en el CELPA (Chamical, La Rioja), el 13 de agosto de 1966.
Es fácil, pues, imaginar hoy la reacción de asombro y temor que debe de haberse producido en el ánimo de las personas que, hace unos 200 años, presenciaban el despegue y vuelo de los mentados cohetes Congreve y Hale, que envueltos en una nube de humo y fuego se acompañaban, ciertamente, de un fragoroso rugido. Pero estos hombres estaban en guerra, y a pesar del contacto permanente con hechos horrorosos, no estaban psicológica, emocional ni tecnológicamente preparados para reconocer y valorizar qué significaba la visión de un espectáculo de tal magnitud, sin que siquiera vislumbraran que estaban contemplando un conjunto de técnicas y conocimientos científicos que representaban la inauguración de un comienzo que, indefectiblemente, se proyectaba al futuro.
En la actualidad el uso de cohetes como arma es común en todos los ejércitos del mundo y, además, permiten al hombre realizar viajes al espacio exterior y también llegar, sin tripulación y con fines científicos, a lejanos planetas del universo que nos rodea.
Bibliografía Utilizada
1- VAN SICKLE, Eugene: The Congreve Rockets in the War of 1812.
(http://www.bandyheritagecenter.org/sites/www/Uploads/History Nook/The Congreve Rockets in the War of 1812.pdf)
2- WERRET, Simon: William Congreve's rational rockets. Published 20 March 2009.DOI: 10.1098/rsnr.2008.0039.
(http://rsnr.royalsocietypublishing.org/content/63/1/35)
3- ARTILLERÍA NAVAL: Los cohetes Congreve. Cohetes a la Congreve. Abril 2012.
(http://fdra.blogspot.com.ar/2012/04/artilleria-naval-los-cohetes-congreve.html)
4- WIKIPEDIA, the free encyclopedia.
5- CONESA ZAMORA, Ignacio: Cohetes Congreve (1808). Ediciones Sombra. Número 86. 4ª Época. Año XIII.
(http://www.edsombra.com/sotano/index.asp?id=8663)
6- CAÑETE, Hugo A.: El Cohete de Congreve. Precursor de la utilización de cohetes para usos militares. Noviembre 18, 2015.
(http://www.gehm.es/siglo-xix/el-cohete-de-congreve-precursor-de-la-utilizacion-de-cohetes-para-usos-militares/)
7- BREVE HISTORIA DE LOS COHETES -Parte 1.
(http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/18673395/Breve-historia-de-los-cohetes---Parte-1.html)
8- BURBAQUIS BRUM, Enrique: LOS COHETES CONGREVE. 2012
(http://www.histarmar.com.ar/AcademiaUruguayaMyFl/2012/LosCohetesCongreve.htm),
9- ANGELO Jr, Joseph A. .: ROCKETS. Infobase Publishing, May 14, 2014.
10- GRAVES, Donald E.: Sir William Congreve and the Rocket`s Red Glare. Historical Arms Series N° 23. 1814.
(http://epizodsspace.noip.org/bibl/inostryazyki/Sir_William_Congreve_and_the_Rockets_Red_Glare.pdf)
11- CONGREVE, Sir William 2nd baronet (1772-1828) of Walton. Published in The History of Parliament: The House of Commons 1820-1832, ed D.R. Fisher, 2009. 2009-1832.of Parliament: (http://www.historyofparliamentonline.org/volume/1820 1832/member/congreve-sir-william-1772-1828)
12- LA ARTILLERÍA COHETE. (http://www.realcolegiodeartilleria.es/wpcontent/uploads/NOSOLOCANONES/artilleriacohete.html)
13- FRANCIS SCOTT KEY.
(https://es.wikipedia.org/wiki/Francis_Scott_Key)
14- THE HALE ROCKET FACTORY SCANDAL 1853. (http://russiadock.blogspot.com.ar/2013/09/the-hales-rocket-factory.html)
15- SHRAPNEL. (https://es.wikipedia.org/wiki/Shrapnel)
16- DE SOUSA Y FRANCISCO, Antonio: Historia de la Artillería. Los cohetes de guerra. (http://remilitari.com/guias/artilleria4.htm)
17-CIMARELLI, Aldo G.: Storia delle armi delle due guerre mondiale. Istituto Geografico De Agostini S.p.A. Novara. 1973.
Médico Legista
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